jueves, 24 de enero de 2008

Bueno, supuestos lectores, por fín me he decidido a poner una pequeña historia hecha por mi.
Se titula "El joven samurai" y espero me dejéis comentario con alguna crítica ya sea buena o mala.




El joven samurai estaba aterrado. Nada ni nadie le habían preparado para aquella situación. Sentía miedo y apenas podía moverse ante la horrible escena. Estaba tan indefenso cual recién nacido. ¿Acaso los años de entrenamiento que había compartido con su ilustre maestro no habían servido para nada? ¿Es que no cuentan todos sus esfuerzos y sacrificios?
El "sensei" era un famoso samurai que había luchado en innumerables batallas pero que, abatido por sus cicatrices, se vio obligado a abandonar su vida aventurera y de peligro por una más tranquila, enseñando el arte de hacer la guerra a su único discípulo, que ahora luchaba por no caer rendido en aquella aldea, perdida entre las montañas donde nadie jamás lo encontraría si muriese.
El aire contaminado por el humo que emanaba de las casuchas en llamas lo asfixiaba y no le dejaba ver con claridad lo que sucedía a su alrededor, la visión de los cadáveres, las mujeres y los niños quemándose vivos al no poder escapar de las llamas, ansiosas de muerte y cenizas.
Largo había sido su entrenamiento, duro, agotador... Manejaba la katana como ninguno, su estrategia era genuina y era justo en lo debido y con aquel que su justicia mereciese, pero nada de aquello se parecía a lo que ahora experimentaba, y ahora la única justicia que se ejercía era la de la ley del más fuerte.
Todas sus ideas, sus principios o deberes se veían brutalmente violados en aquel reducto de lo que se podría llamar humanidad.
Hasta el mismísimo honor samurái se veía entonces acosado, mancillado por aquellos hombres que nada sabían, que nada apreciaban y que nada respetaban.

Pero ya era demasiado tarde como para arrepentirse, pues ya podía sentir el frío cuerpo del metal hundiéndose en su carne, atravesando su cuerpo y destruyendo su integridad. La sangre brotaba de su abdomen y de su boca y la vista se le nublaba, impidiéndole ver el rostro de su ejecutor, el cual ni se había molestado en mirarle a la cara mientras le atravesaba. Aunque ya nada importaba, pues allí encontraría su final, en su primera y última batalla. Nadie habría que llorase su alma, pues ni sepultura esperaba encontrar en aquel paraje olvidado de la mano de dios, si es alguno de estos seres existía.